Los libertadores de taburete, pudrición en el corazón del exilio cubano.

Aquí que cada cual saque sus propias conclusiones, haga su análisis con un pomito esterilizado y juzgue, con sus propias neuronas de pensar, para que lleguemos a entender, de una buena vez y por todas, que luchar por liberar a Cuba de ese maldito estigma, de esa pérfida revolución de las sombras largas y de ese criminal socialismo de alcantarillas, es una acción que parte de la vergüenza de cada ser cubano y tiene que estar desprovista, absolutamente carente, de egos altisonantes, de intereses personales, de ambiciones de poder caciqueras, de pandillerismos, de camancolas tercermundista, de oportunismos, de cobardía política y de la otra y de verdes que te quiero verde para uso personal.

¿Qué está peor, la destrucción física de Cuba o la inmoralidad del cubano?

Dice mi amiga la cínica que la peor de todas las barbaries, cometidas por el castro-comunismo en Cuba, la más cruel y la más sangrienta, es la indigencia moral a la que ha llevado al pueblo cubano y cómo nos ha hundido en el lodo como nación, pues nos costará mucho, muchísimo, devolverle a ese pueblo, es decir, reintegrarnos a nosotros mismos, la cubanía, los principios éticos, la hidalguía y los valores espirituales, que un día tuvimos y que nos diferenciaron, del resto del mundo, como Patria cubana y como “un paraíso bajo las estrellas”.

Hoy, más que nunca, me avergüenzo de ser cubano.

Una vez más, y lo digo con toda responsabilidad, ratifico la enorme vergüenza que siento al ver, al ser testigo a la fuerza, de en qué nos hemos convertido, los seres cubanos, en estas últimas décadas de arrepentimiento revolucionario.

Muchos me critican por repetir tamaño disparate, me acusan de traidor y de cobarde, argumentan que la Patria nunca se olvida, que se lleva en el corazón, que uno nace cubano y se muere cubano, que Cuba no tiene la culpa de los dictadores que la usurpan ni de libertadores de taburete que la asfixian y la desprestigian, que los “durofríos de fresa” de Cuba no se encuentran en ninguna otra parte del mundo y por ahí pa’llá un montón de razones que, si yo no estuviera bien plantado en mi juicio, me harían tambalearme, me aflojarían las patas y me empujarían al lodo por apátrida, mal agradecido, anti-cubano y por “gusano al servicio de sabe Dios quién”.

Mirando así, despacito, y tal como van las cosas, tendremos dictadura pa’ rato…

¿Usted cree que no? ¿Usted piensa que vamos bien? ¿Usted aspira a construir una Cuba nueva con el material que tenemos? ¿Usted cree que esos “opositores” realmente luchan por la libertad de Cuba?

Yo digo que el patriotismo, la verdadera razón por la que nos enfrentamos al castro-comunismo, las genuinas ansias de libertad y el altruismo de muchos que, desde el mismísimo Enero de 1959 ofrendaron hasta sus propias vidas por una Patria libre de esa execrable plaga de bandidos, de ladrones, de criminales y de hienas amaestradas, ya queda muy poco, poquísimo.

El hombre de Maisinicú, perdón, el hombre de “Altamira”.

No quiero, con este comentario personal, muy personal, “ofender” a ninguno de mis entretenidos, mucho menos polemizar con algún portador del virus del adoctrinamiento anti-castrista, para nada entrar en el dime que te diré con amantes seducidos y abandonados de la “causa” por la libertad de Cuba pues esto que voy a hacer hoy es mi excomunión, mi catarsis, mi arqueada responsable o mi neurosis paranoica, sobre un tema que, repito e insisto, considero yo, nos hace tanto daño a los cubanos, a los seres cubanos, como es la nueva versión de castro-comunismo, la nueva variante de dictadura del proletariado, que se ha establecido entre nosotros aquí en este exilio supuestamente redentor.

La bicoca, el business, de “luchar” por la libertad de Cuba.

Nada, que hay que ser muy inmoral para recibir las “monedas del rey”, incluso desde acciones personales, entiéndase programas en las redes sociales, empresas que mercadeen de aquí para allá o negocios que rocen el dolor de los cubanos, donde utilicemos el nombre de Cuba, e invertirlas en algo que no tenga que ver con la verdadera lucha o con el real enfrentamiento al comunismo. Los recursos que genera la batalla por la libertad deben ser devueltos a los que están allá sudando la gota gorda por las abrasiones, las aberraciones y los desatinos revolucionarios.

José Daniel Ferrer: El “muerto” al hoyo y el vivo al “exilio”.

Existen muchos criterios y muchas verdades, de importantes cubanos, de seres que lo conocieron de cerquita o que tienen una opinión bastante contundente y muy responsable, refiriéndose a este “mambí” de las donaciones y de los teléfonos celulares. Yo solo voy a citar una y es la de Oswaldo Payá cuando lo expulsó de su organización y lo acusó, en una carta, de varios “defectos” muy alejados de lo que es ser un verdadero patriota, un ejemplo de oposición al régimen dictatorial y un cubano digno de recibir la atención de quienes quieren, de verdad, ver a Cuba libre de comunismo en cualquiera de sus variantes.

¿Para nosotros los cubanos la miseria, el hambre y la represión, son crimen y castigo?

Yo me imagino que a cualquier ser cubano, de los que nacimos y nos criamos en aquel maldito infierno comunista, esa pregunta nos pone los nervios de punta, nos provoca un saltico en el estómago un tin desagradable, nos quita el sueño, nos da ganas de correr pa’l baño y nos pone a parir porque, para hablar del socialismo con propiedad, lo que se dice cantarle las cuarenta o quitarle la cáscara a ese régimen, hay que sentirlo de cerquita, a flor de piel, en los bolsillos de la camisa o del pantalón, en los constantes apagones sin Luna Llena o dentro de una maleta de la escuela al campo que, en realidad, cargaba más hambre que alimentos.

El castro-comunismo, definitivamente, nos hizo talco el cerebro a los cubanos.

Y todas esas deficiencias morales las mantenemos una buena parte de los cubanos incluso hasta cuando emigramos. El castro-comunismo nos manipuló tanto, nos adoctrinó tanto y nos entortilleró tanto la lengua y el cerebro que, aun viviendo en países donde la libertad, la libre expresión, el libre pensamiento, la democracia y la independencia son verdaderas conquistas humanas, nos empeñamos en “defender” y mantener por conveniencia, por miedo, por un hijo de puta placer o por ignorancia manifiesta, actitudes serviles, partidistas, intolerantes y pandilleras, que mucho daño le causan a la libertad de Cuba.

¿Por qué emigramos los cubanos? ¿Pan con bistec o libertadores de taburete?

Yo digo que los seres cubanos emigramos de esa cruda realidad, de tamaños “logros” del socialismo, de tantas y tantas “conquistas” revolucionarias, porque tanta abundancia comunista no hay quien la aguante, no hay quien la resista y ni quien se acostumbre a pedir el agua por señas, a susurrar bajito su inconformidad por la represión, a tener que ir a pie a todas partes, a vivir y morir de cara al sol en una cola pa’ cualquier cosa, a ver a tus hijos sin poder tomarse un vasito de leche, al hambre pegada a un costado de los retratos de héroes y mártires, a nuestros hermanos desaparecidos, torturados y asesinados por alzar la voz reclamando una vida mejor, a los excesos de un régimen criminal y genocida, a la cobardía de muchos de nosotros que miramos hacia otra parte “para no ver las uñas sucias de la miseria” y al oportunismo de quienes, en nombre de esa revolución o de una libertad que nunca llega, viven como parásitos chupando la savia del “patriotismo”, se enriquecen como potentados sentados en sus poltronas del dolor de todo un pueblo y acarician cuantiosas fortunas con el nuevo lema de yo tengo más que tú , yo hice más que tú y a mi me roncan más que a ti, mientras el pueblo se consume en la indigencia, en el hambre, en la desilusión y en la locura.

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